martes, 26 de octubre de 2010

Las Hoces del Duratón. La Cronica


El pasado sábado el tiempo nos acompaño en la salida que hicimos al las Hoces del Río Duratón. Quedamos a las 8:30 en la Plaza de Castilla. La convocatoria era numerosa (17 personas salíamos desde allí, y nos juntaríamos hasta 23 una vez en Sepúlveda) por lo que entre que llegan unos y otros la salida se retraso como era lógico. Nos pusimos en marcha repartidos en coches y en poco más de una hora estábamos ya intentando juntarnos de la manera más eficiente posible con el resto de la gente en Sepúlveda. Una vez reunidos todos comenzó la peregrinación de nada menos que seis coches por las carreteras de la zona hasta llegar al punto de inicio de la Senda Larga. Cogimos los bártulos respectivos y emprendimos camino. Teníamos por delante 12 km de senda lineal, sabiendo de antemano que no completaríamos pues no era el propósito de la salida darse una caminata de 24 km.
La senda discurre por la margen derecha del río Duratón que se encuentra encajado en un imponente cañón de paredes de roca. Nada más adentrarnos en el cañón empezamos a divisar los primeros buitres leonados que nos sobrevolaban por encima de las copas de los árboles. En los árboles y arbustos de ribera se movían sin cesar petirrojos, carboneros, herrerillos y otros pequeños paseriformes. En una de las frecuentes paradas para ver los buitres en los cortados, nos sorprendió gratamente la presencia de un corzo entre la vegetación del pie del cortado. Asimismo eran frecuentes las carreras de ardillas rojas por las zonas bajas de los cortados, que emprendían carreras frenéticas de un lado a otro. Uno de los momentos álgidos de la jornada estaba a punto de llegar, pues unas decenas de metros más adelante tuvimos la oportunidad de poder ver a placer una pareja de águilas reales en plumaje inmaduro. Un poco más adelante un halcón peregrino hacia continuas pasadas por el cortado hasta que se posó dándonos la oportunidad de poderlo ver con cierta comodidad, que fue aún mayor cuando Javier lo enfocó con la cámara y puso el visor directo para que la gente lo pudiese ver directamente en pantalla. Poco a poco nos íbamos adentrando en el cañón de río y la vegetación de ribera se iba cerrando sobre la senda, de forma que e cuanto el camino se abrió un poco y vimos una pequeña explanada sacamos las viandas y nos dimos un merecido homenaje para reponer fuerzas. Tras comer tranquilamente y levantarnos precipitadamente bajo la amenaza de la existencia de garrapatas entre la vegetación emprendimos el regreso hacia los coches.
Una vez en los coches y tras una pausa técnica, nos encaminamos hacia la ermita de San Frutos para poder ver el vuelo de los buitres leonados desde lo alto del cañón a muy corta distancia. Este fue el colofón aun día muy agradable por tierras segovianas, que como no podía ser de otra forma tuvo su prolongación para los más reticentes a acabar el día, en un bar de la plaza de Sepúlveda dejando algo de dinero a las economías locales.
Aquí queda el listado completo de las especies que se vieron a lo largo del día.
      

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